Fuente: www.eleconomista.es/

La revolución digital está cambiando los esquemas de muchas industrias, que intentan adaptarse a la mayor velocidad posible para no perder comba en el nuevo entorno y dejar el mínimo espacio a la proliferación de compañías de reciente creación.

Dos de los sectores que están acelerando los procesos tecnológicos son el bancario y el asegurador, que  están viviendo una auténtica transformación y que ven cómo las denominadas fintech, insurtech, regtech o plataformas de financiación ganan cada vez más terreno.En el Observatorio Nuevos protagonistas bancarios: fintech y regtech ¿cooperación o competencia? organizado por elEconomista, distintos responsables del sector se mostraron convencidos de la necesidad de que las entidades tradicionales sellen alianzas con los nuevos entrantes.

En este sentido se mostró el director de IT, Información, Procesos y Operaciones, José Manuel Valiño, quien destacó que la «cooperación será necesaria siempre que se pueda» y la banca buscará todas las fórmulas para evitar que «arañen una cuota de negocio importante». Los lazos se pueden estrechar a través de diferentes modalidades, desde la utilización de las herramientas hasta la inversión directa en el capital. Valiño destacó que en la actualidad hay oportunidades en el mercado, donde las entidades tradicionales podrían depositar fondos para avanzar en este proceso de digitalización con el objetivo de ofrecer los productos y servicios que reclaman los clientes. No sólo con el único propósito de ahorrar costes en este entorno financiero complejo.

Ejemplo anglosajón

El directivo de Abanca admitió que el sector bancario español «no ha hecho bien los deberes» como en los países anglosajones, donde ha impulsado el campo tecnológico desde la competencia y desde la cooperación, por lo que abogó por seguir su estela en los próximos años. Citibank ha convertido una parte de su actividad en una fintech. «En España no estamos en esta situación ni mucho menos, pero eso no quiere decir que no vayamos a llegar», aventuró.

Quien se mostró partidario también de la cooperación fue el consejero delegado y cofundador de la firma asesora Álamo Consulting, Antonio Nigorra. «En el futuro habrá alianzas y mestizaje» entre ambos mundos. Para este experto, «las entidades tienen que enriquecerse con lo que aportan las nuevas compañías» y el éxito vendrá de la mano «del engranaje que se realice de la información», porque ganará el que tenga más datos y los gestión de una manera más eficaz.

Hueco más o menos relevante

Pero no todo será cooperación. Habrá servicios y productos que no podrán ser facilitados por los bancos. Habrá un hueco, más o menos relevante, para la fintech. El director tecnológico de Abanca citó, entre otros, algunas herramientas en el segmento de los pagos y algunas cuestiones regulatorias.

Una de las nuevas compañías que ya ha ocupado un espacio en el mercado financiero es Hal-Cash. Esta compañía, que nació de la cooperación entre entidades en 2004, ha llevado a cabo un proceso de transformación recientemente para ofrecer servicios a otras compañías e internacionalizarse. Su máximo responsable, Vicente Estéve, consideró en el encuentro que una actividad que no ofrecerán los bancos por los elevados costes serán créditos por debajo de los 3.000 euros.

Otro de los nichos donde las fintech podrían acumular es la financiación de pymes, tal y como destacó el cofundador de la plataforma de financiación para pequeñas empresas Colectual, Pedro Gómez, que destacó que este nicho de actividad ahora se encuentra más atomizado tras la crisis vivida por el sector financiero en los últimos años. «Queremos hacer banca de pymes y evitar problemas de crédito si somos capaces de crear mercados alternativos», hizo hincapié Gómez.

De momento, el peso de las nuevas compañías tecnológicas en los créditos a pymes es relativamente pequeño en nuestro país, según recordó el fundador y consejero delegado de My Value, Andrés Romerales, quien puntualizó que si han irrumpido en el mercado es porque «los bancos no dan los servicios y productos que demandan los clientes» y porque son «más ágiles en su funcionamiento y su capacidad de adaptación». Por ahora, las fintech han otorgado 160 millones de los 450.000 millones de préstamos a pequeñas y medianas empresas.

Romerales indicó, aún así, que en España el fenómeno fintech está empezando a crecer. Suma ya unas 120 empresas y ha captado fondos para operar por un importe de 200 millones. Destacó el auge que está teniendo en el área de las divisas y los pagos, donde algunas firmas están provocando grietas». «Algunas compañías han visto que existe una oportunidad para atacar estos mercados y están apareciendo con fuerza», resaltó.

En la actualidad, las cuotas de mercado que las fintech están arrebatando pueden ser irrelevantes, pero los estudios sostienen que podrían quitar hasta un tercio del beneficio a la banca en los próximos cuatro o cinco años, en el horizonte 2020.

Romerales consideró que hay espacios donde la colaboración será necesaria, como en las actividades de planificación de las finanzas personales o block changes, donde va a tener que haber una cooperación y donde los grandes beneficiados son las entidades tradicionales.

Todos estos expertos en el sector sostuvieron que en el mundo de las plataformas tecnológicas los procesos son mucho más ágiles que en los bancos, aunque éstos terminarán por adpatarse al entorno.

Regulación

¿Hasta cuándo perdurará el boom de las fintech en Europa y en España? El máximo responsable de esta materia de Abanca consideró que estará presente unos cinco años, cuando los reguladores modifiquen su actitud e implanten unas normas que supongan mayores costes y la balanza se equilibre con legislación que se aplica a los bancos tradicionales.

Valiño aportó por la necesaria «regulación» para este tipo de compañías, pero indicó que a los reguladores les gusta que haya fintech. «Están dejando que trabajen y luego llegará la normativa», indicó el directivo.

Uno de los representantes de las fintech, Pedro Gómez, se opuso a una regulación específica de estas firmas, teniendo en cuenta que de momento la realidad es asimétrica y el negocio captado por estas firmas es aún «una gota», tal y como demuestran las cuotas de actividad en financiación para las pequeñas y medianas empresas. Eso sí, no se mostró contrario al establecimiento de determinadas reglas, con el objetivo de evitar casos escandalosos como los vividos en el pasado, con quiebras de empresas que estaban sin un paraguas legal.

El consultor Nigorra señaló, sobre este asunto, que la presión regulatoria es estricta y que está en constante cambio y avanzó que, seguramente, las fintech tendrán que soportar en un futuro costes asociados a una carga legal. Por ejemplo, indicó que tendrán que llevar a cabo determinados reportes de datos y tendrán bien que realizarlo por cuenta propia o bien externalizando el servicio porque no aporta valor añadido al negocio.

Estos gastos, a juicio del fundador de MyValue, no serán tan elevados como para los bancos porque sólo afectarán  de manera específica a una tipología de actividad concreta. Las entidades, que ofrecen servicios más trasversales,  sí cuentan con mucha regulación. Además, en su opinión, la regulación está permitiendo que el sistema financiero se abra y permita la entrada de nuevos actores. «La intención no es estrangular a las fintech», manifestó Romerales durante el Observatorio.

Burbuja

La incorporación de nuevos jugadores en el mundo financiero se está convirtiendo en una especie de burbuja. En eso coinciden Gómez y Romerales, al menos en el segmento de las startups. «Se miden expectativas y me he encontrado que proyectos sobre el papel valían ya tres millones», remarcó Gómez.

Para Romerales esta circunstancia está provocando el fenómeno y «la cultura del pelotazo» y más en España. Para este experto, «de base hay mucha burbuja, es decir, en la generación de ideas» y «hay una cierta sobrevaloración». Pero, a su juicio, «las que sobreviven y las que están creciendo son compañías muy serias y con cimientos sólidos». «El mercado ya está matando a los peores», sentencia el fundador y consejero delegado de My Value.

Para Gómez el problema de algunas de las fintech y de las startups es su monetización, es decir, de generar ingresos al estilo de como lo han hecho algunos gigantes tecnológicos estadounidenses, como Facebook. Además, Gómez destaca que en las fintech «se está produciendo el fenómeno crear un proyecto para venderlo una vez se ha engordado». «Es un movimiento que hemos visto en alguna compañía y que está en el propósito de otras», manifestó.

El representante de Abanca también consideró que existe una cierta burbuja en este mercado, pero que existen oportunidades de inversión para desarrollar nuevas aplicaciones y negocios. «Nosotros como banco vamos a querer invertir, tenemos nuestra aceleradora de empresas, tenemos ya algunas participadas», señaló Valiño en el encuentro.

En la misma línea se pronunció Nigorra, que añadió «en estos momentos hay muchas ideas y mucho capital, lo que fomenta la cultura del pelotazo», pero que el mercado filtra los buenos de los malos.

Vicente Estéve también consideró que existe una cierta eclosión de estas nuevas compañías y que se va a producir una cierta selección. «Las que sobrevivan, serán las que tengan un sponsor o un cliente ancla, como una entidad tradicional que no sepa o quiera ofrecer un servicio concreto».

En el Observatorio, todos los ponentes resaltaron que, pese a estos riesgos de burbuja, las fintech son necesarias, ya que están provocando un movimiento de transformación en el sector bancario de nuestro país. «Sin estas compañías, no hay transformación, es imposible», destacó Valiño, cuya entidad está acelerando los procesos tecnológicos y de digitalización de los productos y servicios para adaptarse al nuevo entorno con la colaboración de las nuevas firmas. Y que este proceso, para establecerse en el denominado segundo ciclo tecnológico del mundo financiero, se debe hacer con empatía y dejando atrás la arrogancia mostrada en el pasado con los nuevos jugadores.