Fuente: www.elmundo.es

Altos niveles de morosidad, activos inmobiliarios sobrevalorados, sobredimensionamiento de plantillas y oficinas, tipos de interés al 0% o negativos y una regulación financiera más estricta, limitan el potencial de la banca en un escenario de cambios culturales y tecnológicos sin precedentes y conectividad sin límites que permite indagar en nuestros patrones de comportamiento.

En este contexto no extraña que aparezcan nuevos actores, las fintech -desde start up hasta gigantes tecnológicos como Amazon o Google- que, haciendo uso de sus ventajas competitivas, ofrezcan servicios financieros novedosos basados en la tecnología y la conectividad: préstamos y pagos entre personas o empresas, transacciones electrónicas de divisas peer to peer, softwares inteligentes de análisis de datos financieros, dispositivos wearable de pagos incorporados en pulseras, relojes, etc.

Y aunque para la mayoría de nosotros haya pasado desapercibida esta conquista del espacio financiero por las fintech, es una realidad que ya está aquí. Un mercado en el que compiten exitosamente con los bancos (¿o quizá complementan su oferta?) es el de los préstamos. Ejemplo de ello son las start up españolas Arboribus, que ofrece préstamos a pymes financiados por inversores que deciden qué cantidad invierten y en qué empresa, y Wanna, que con financiación de inversores concede préstamos personales de hasta 6.000 euros, a intereses muy razonables, a pagar en un máximo de 24 meses, analizando los riesgos mediante el software fintonic, ofrecido a su vez por otra fintech española.

Estas alianzas entre fintech no son raras en este nuevo ecosistema. Recientemente la start up Billin, también española, que oferta servicios de gestión e intercambio de facturas por internet, ha llegado a sendos acuerdos con GoCardless -star up británica de pagos por la red- para ofrecer servicios de domiciliación bancaria y con Spotcap -start up alemana de préstamos a pymes, que mediante un algoritmo novedoso analiza su información fiscal y bancaria- para ofrecer líneas de crédito.

Entre las tres start up nominadas a los Premios Europeos Fintechs de Ámsterdam en la categoría de Software Bancario Innovador aparece Pich Technologies, cuyos fundadores -el español Ignacio Gamoneda y el zimbabuense Munya Gwisai- gestaron su proyecto en las aulas del IE University, consistente en el desarrollo de un novedoso software que permite a la empresa que lo contrata acceder a los datos de sus clientes o proveedores en los bancos. La empresa ha sido la ganadora del Madrid Fintech Venture Day celebrado el pasado día 14 de abril. Otra de las finalistas en el certamen de Madrid, Indexa Capital, evidencia que el mercado de capitales tampoco se queda fuera de esta lucha entre David y Goliat. La start up española, autorizada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), ofrece a inversores a partir de 10.000 euros el primer gestor automatizado de fondos indexados.

Sin el apoyo de business angels y fondos de capital riesgo, el nacimiento y desarrollo de estas start up no habría sido posible. Como muestra, los 11 millones de euros levantados por Kantox en su última ronda de financiación, una plataforma de transacciones de divisas peer to peer creada en el año 2011 por dos emprendedores -uno español y otro francés- que ya cuenta con 1.800 clientes en 20 países, un volumen negociado de 3.000 millones de dólares y con el récord de 33,5 millones en una sola operación.

La gran incógnita es si esta incursión de las fintech en el mercado financiero supone una amenaza o por el contrario una oportunidad para los bancos, que podrían encontrar en ellas aliados estratégicos con gran flexibilidad operativa, capacidad tecnológica puntera, una cultura radicalmente digital y un espíritu emprendedor, características todas ellas difíciles de hallar en la banca tradicional.

Laura Núñez Letamendia es profesora de Finanzas de IE Business School.